Quien se lo iba a decir que terminaría sus
días delante de un portátil jugando al Candy Crush…
Cinco años habían pasado desde que la empresa
para la que trabajaba quebró… En su mente fija la idea de que había sido una
muerte anunciada por la mala gestión de los dueños… Así que se dedico a dejar
de pensar que ya no tendría el tren de vida al que estaba acostumbrada… Incluso
la enfermedad de su madre le vino al pelo, cuidar de ella la imposibilitaba
para pensar mas allá de los cuidados diarios, los médicos, las comidas y el
bien, de quién le dio la vida y por ende su hermana.
Ser cuidadora es jodido, pero aun lo es más
estar en paro y no tener nada que hacer, así que de lo peor fue lo mejor que le
pudo haber pasado.
Pero la madre murió… y durante cuatro meses
se vio reflejada en la pantalla de su portátil, viendo como pasaba el tiempo,
viendo como una nueva cana salía en su sien… De pronto el Caralibro, como así
llama cariñosamente o despectivamente, haciendo juego de palabras, con la
traducción literal de la red social y su ingles básico, fue su amigo y
compañero de fatigas… Dejó a un lado sus pasiones… la lectura y la escritura arrinconándolos
en su mente como juguetes rotos…
Las
ideas dejaban de fluir en el momento que encendía el chisme, absorbida por
juegos y palabras de aliento y optimismo, que traspasaban la pantalla del
ordenador...
Su soledad era menos soledad... su tristeza
menos tristeza... Fue su bálsamo, su placebo, la sonrisa volvió a su rostro y
empezó a sentirse viva, hasta que los conoció y la dependencia emocional le
jugo una mala pasada.