jueves, 2 de octubre de 2008

Chorradas II

Y sigo con mis chorradas….

A veces me da la sensación de que vivo dos vidas paralelas. Una la real... la otra es la que vivo en mis sueños.

Después de un día de estrés y cansancio, debido al mal ambiente del trabajo y al corre y corre cotidiano, espero con ansia la llegada de noche para dormir y transportarme a otros mundos. Y no es porque mis sueños sean de color rosa, con príncipe azul incluido, mas bien todo lo contrario, suelen ser oscuros y tenebrosos. A veces tengo la sensación, de que de tanto jugar a SIM, mis sueños se han convertido en juegos, donde soy la protagonista y tengo que sortear los peligros. Escaleras rotas al borde de precipicios, olas enormes que se acercan a la playa y que a punto de arrasar con todo lo que conozco, hacen que corra y corra para alejarme del peligro.
Sin ir mas lejos, anoche en mi sueño me vi envuelta en una aventura rara…rara…rara como diría el desaparecido papuchi… Caminaba por una avenida concurrida con un traje de fiesta vaporoso. Mientras caminaba, veía a gente que estaba haciendo como una especie de meriendas o fiestas privadas y a las que no podía entrar. Poco a poco me fui alejando del tumulto, ¡de repente! me vi al borde de un acantilado y no se porque razón tropecé y caí al vacío. Me encontré de repente en una guarida subterránea y empecé a buscar la salida. Llegue a una especie de pared, que tenía que escalar (sobre todo yo con mis kilos) y metiendo el pie en el hueco correcto salía a la calle. Me equivoque un millón de veces y una de estas me vi en un barco oxidado que había sido un antiguo ballenero. Había artilugios que utilizaban para descuartizar a los animales, yo tenía que sortearlos y así evitar que alguno de esos ganchos, guillotinas o lanzas me atravesaran.

A veces los sueños son tan reales, que cuando despierto tardo un tiempo en comprender que era eso… Un sueño.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Cosas que decir...

A veces no somos capaces de reconocer nuestros propios defectos y los errores que cometemos en nuestra vida y buscamos culpables con tal de no enfrentarnos a nuestra realidad.

Me considero una persona razonable y que aguanto bastante, pero no transijo con las injusticias. Algunas personas me quieren hacer ver que mi forma de pensar o de actuar no es la correcta, sobre todo cuando no estoy de acuerdo con lo que ellos dicen y mas si no tienen argumentaciones que me hagan cambiar de opinión.

Mi madre y mi hermana mayor, son dos personas enfermas y sus enfermedades las hacen ser dependientes. Y yo después de que murió papa y al ser la soltera he tenido que asumir un papel, que por mucho que intente no llego ha realizarlo como quisiera. Por tanto pido la colaboración de mis hermanos y mi sobrina (hija de mi hermana mayor) para no caer enferma (como así ha sucedido). Mis dos hermanos mucho o poco, me echan una mano en cuestiones como, recoger a mi madre del centro de día, ir a comprar algo al supermercado, etc.…

No me considero ni mejor ni peor que nadie, pero tengo claro donde están mis límites.
No puedo dejar de trabajar, ya que con todo lo que hay montado con la crisis, no es plan de que yo deje de percibir un dinero necesario y vivir de la paga de viuda de mi madre. Sería injusto para las dos. Por lo que a veces me he visto en la incomoda situación, de tener que casi, o a mi me lo parecía, suplicar a mi hermana pequeña que viniese a cuidar a nuestra madre, mientras yo iba a comprar un libro a El Corte Ingles, como si el favor me lo estuviera haciendo a mi, cuando en realidad las dos fuimos concebidas y paridas por la misma señora.

Estaba tan cansada de la situación que un buen día explote y me explosión ocasionó daños colaterales. Mis dos hermanos mayores.

Con el paso y sin que mi hermana y mi sobrina hayan dado señales de vida, se con exactitud lo que están pensado, me culpan a mi de esos daños colaterales, me imaginan como la instigadora de alguna intriga secreta para ponerlas en contra del resto de la familia, todo, porque son incapaces de reconocer que las únicas culpables son ellas. A trabes de conversaciones, me he dado cuenta, que quizás yo era la que frenaba el alud de reproches que tenían guardados. Lo crean o no, yo no tuve que decir nada, ellos solos han llegado a una única conclusión, la inmadurez y egoísmo de ambas.

Solo me resta decir, que lo que menos me preocupa en estos momentos es que estén o no disgustadas conmigo. Me da igual, lo crean o no, porque en cierta forma me he librado de la angustia que me entraba cada vez que les pedía ayuda, porque ni siquiera eran capaces de ofrecerla sin que se yo tuviera que rogarles como un mendigo un mendrugo de pan.

Lo que me molesta y me indigna es que aprovechen la situación para no visitar a mi madre.

Supongo que todos no somos iguales… Hay Personas y personas.