viernes, 26 de septiembre de 2008

Yo y mis tonterias surealistas

Alergia al trabajo…
A veces me gustaría que se diera por valida una enfermedad profesional que se llamara alergia al trabajo. Así poder escaquearme de algunas situaciones incomodas que ultimamente están sucediendo en la oficina y de las que no te puedes escapar por mucho que lo desees.

Hoy ha sido un día atroz. Un alto cargo ha estado de visita, creando un ambiente enrarecido y cargado de energía negativa, al menos a mí me da esa sensación. Con un aura (aunque yo no la veo me la imagino), negra como el carbón y con una mala leche que te cagas. Esa persona a la que en otros tiempos mejores, consideré amable a pesar aun de su carácter prepotente, se ha transformado en alguien irrespetuosa, que suelta tacos a diestro y siniestro y para más inri me ha colocado en la mira telescópica de su ironía.

Por la tarde y una vez se ha ido este señor (por llamarle algo), hemos estado conversando en la oficina y a medida que la conversación retrataba a ciertas personas, más nítida veía su imagen metamorfeada en mi mente. La fauna de este zoológico en el que se ha convertido el lugar donde trabajo, ha aumentado en sus especies de poco para acá. Están los buitres leonados (aunque con poco pelo), adictos a la carroña y que disfrutan haciendo leña del árbol caído. Levantan calumnias y dicen mentiras camufladas como grandes verdades, luego se retractan de lo dicho como si pensaran que el que le escucha tiene algún problema de amnesia. A esos los prefiero como amigos....
Luego está el gran tiburón blanco, es aquel que semana si y semana también, visita nuestro zoo particular. Nada más llegar, empieza a pegar dentelladas dialécticas a diestro y siniestro. Se alimenta de la autoestima de aquellos a los que su mente estrecha considera débiles e inferiores. Evito los enfrentamientos con este ser, pero si no me queda otra suelo hacer frente a sus pullas, con voz suave y sin alterar ni mi rostro ni mi mirada.

El que más me incomoda es el híbrido entre serpiente de cascabel y hiena, que han introducido sin preaviso y a empujones en nuestro adorado vergel. Este bixo...cuando apareció inspiraba pena, "gimoteando su dolor" al verse desterrado y degradado de categoría en dirección para convertirse en un simple comercial. No se si hemos tardado mucho o poco, pero alguno de nosotros se ha dado cuenta de la pata que cojea, "chismositis". El típico correveidile, al que ultimamente utilizamos en nuestro propio beneficio, regando las conversaciones con alguna que otra información falsa, a ver si de una vez por toda se da de bruces y se rompe los piños.
El que inventó la frase "No hay más ciego que el que no quiera ver", tenía más razón que un santo. Aunque es cierto, que no te enteras de lo que se esconde y lo que no es evidente. Pero la mierda flota y el olor a podrido suele salir mas tarde o mas temprano.

Y yo me pregunto... con el panorama desalentador que se nos está presentando en el curro, bien podrían descubrir algunos síntomas como urticaria, somnolencia, gases y demás que se podría considerar como una alergia al trabajo o a lo que sucede en el entorno en donde se desarrolla este.