martes, 12 de enero de 2010

Una de sobrino nieto

No sé porque razón cuando curraba hacia muchas más entradas que ahora. Supongo que la merma de trabajo, hacía que aumentara mi aburrimiento y por tanto mi inspiración era mayor dentro de aquellas paredes, además de utilizar el material en forma de anécdotas que me proporcionaban muchos de los compañeros que me rodeaban, siendo más de uno, personajes de mis narraciones.
Puedo asegurar que la vida que llevo ahora es mucho más dinámica y no porque haga ningún ejercicio o vaya caminando a todos lados, sino que me muevo más que la compresa de una señora que tiene un pie mayor que el otro, o sea, una coja. Si antes tenía estrés ahora tengo escuatro y escinco
(déjense de hacer pareados que nos conocemos).

(mama en el centro)
Desde que me levanto a las seis y media hasta que me duermo a las once, no paro… No paro de llevar a la viejita al centro… No paro de jugar con Aitor… No paro de cambiar pañales y dar papillas y termino por no parar de dormir para recuperar fuerzas y a las cinco y media (hora en que llega mi viejita) “Vorlver a mpessarrr” como diría el Yanqui en la entrega de los Óscar, al nombrar al film español que gano una estatuilla allá por el siglo veinte…
Ya sé porque no quiero ser madre… ser tía es diferente, solo cuidas a un bebe durante un par de horas, un par de días a la semana y luego el crio pa su casita y yo en la mía tan fresca, con la mierda saliendo por la puerta, la ropa por recoger y otra por lavar. Además no entiendo de las moderneses de los cacharros actuales, desconosco el mecanismo de Maxicosis, cochecitos y tronas… Las medidas de las papillas y el uso de las toallitas Dodots… Yo al pequeñajo cuando se me “ralea”
(hacer deposiciones blandengues) y se pone de cacas hasta la cintura mierda, le tomo en brazos agarrandole las patillas, pa que no se "enlode" y le lavo el culete en el lavabo, cosa que odia, pero no le queda otra que acostumbrarse, porque la tita no esta con las nuevas tesnologías lavaculos...ademas, siempre termino con mierda en los dedos...


El pequeñajo además de ser un acaparador de cojones (no hay manera de que se quede solo ni durmiendo) es mi “princese azul”, mi consentido. El que con seis meses empieza a conocer el poder de su mirada y sonrisa (pobres de aquellas que fijen su mirada en él cuando sea todo un hombre). Pero también es un pequeño dictador que utiliza el chantaje emocional de sus lágrimas (llora a lagrima viva el jodio) para conseguir lo que quiera y eso me enfada muchas veces, aunque termino claudicando.

Sin ir más lejos, el pasado sábado en brazos de su madre intentaba agarrar con sus manitas una bolsa plástica que colgaba de una silla. Leire (mi sobrina), le reprendía sin parar, pero el muy cabezón (y no lo digo por el tamaño de su"tormo" –cabeza en canario) insistía y mas cansada por la letanía de la voz de mi sobrina "No Aitor... que no Aitor.. Eso no", la tita Bego (usease la menda lerenda), lo llama en tono seco y de reprimenda ¡¡¡¡Aiiitorrrr!!! ¡¡¡¡¡Nooooooo!!!!. Sin apenas asustarse, abre sus ojos azules (no digo enormes porque son dos puñaladas en un cartón), se acerca a la tita como el que no quiere la cosa, posa sus manos regordetas en el antebrazo de la tita, lo agarra y lo acaricia sonriendo con boca desdentada…. ¡¡¡¡Coooooñoooo!!! Que un nano te haga que se te caigan las bragas como si se tratara de George Cloone …. Me tiene camelada, ya sabe cuál es mi punto débil y lo utiliza… Así estoy hecha una mierda, con un dolor en la zona lumbar de dos pares de cojones, entre mama y Aitor acaban conmigo a base de bien.
Pero no me quejo porque en el fondo soy feliz de ser útil, soy feliz de que mi madre, una mujer súper sería hace años me enrede con sus cosas y me haga reír a carcajadas y que un crio de seis meses me haga vivir una especie de maternidad sin dolores de parto ni embarazo, pero muy satisfactoria…
El lunes ese pequeño diablillo, me tuvo tres cuartos de hora acostada mirando al techo y con él sobre mi pecho durmiendo. Tres intentos de dejarle en mi cama, después de muchos meneos, con golpes de pañal incluidos al ritmo de la muy “discotequera” canción infantil “La gallina turuleta” (así estoy de derrengada), no fueron suficientes para que se quedara tieso. La última vez que le puse entre almohadas, casi termino estrangulada con mi propia cadena de plata que no soltaba de su mano, como diciendo… “No lo intentes que me daré cuenta”. En la cama y sin nada más que hacer que escuchar a los payasos y la respiración del peque, empecé a meditar sobre la magia de la naturaleza.
Lo que tenía entre mis brazos, hace dieciséis meses no existía y ahora con una mirada y una sonrisa desdentada tiene un poder mayor que el de muchos tíos que se visten por los pies y como decía mi compañero José Tomas, tienen canas en los webos, hacerme pensar que el amor existe…. Pero de otra manera…