miércoles, 9 de diciembre de 2009

Una bella historia de amor ¿o no? (1ª parte)


Y buscando el amor, se tropezó con él…


El patito feo que escondía el rostro bajo el ala, no podía creer que alguien vislumbrara algo más que su figura rechoncha e hipercurvada en lugares de su cuerpo, donde nunca deseo tenerlas. Un espíritu generoso y una fuerte personalidad reprimida a base de desengaños, vivían escondidos bajo el peso de sus miles de complejos. Sus ojos no eran lo suficientemente grandes, claros o rasgados. Su cabello rizado no se asemejaba al de las heroínas de novelas románticas que solía leer, largo, sedoso y con luz propia. Labios en forma de corazón a los que una amiga querida habia asemejado a los de aquellas actrices del cine mudo (ella le dijo actrices antigüas), tampoco los consideraba lo suficientemente atractivos como para atraer a un hombre de forma arrebatadora. En fin… ella no era lo que hubiera querido ser y por eso no se permitía soñar con un amor de pasión inmensa y se quedaba siempre al cobijo de las “amistades” para toda la vida.


A pesar de todo ello, él si vio algo que hizo que se arriesgará a que otras personas descubrieran en el brillo de su mirada lo que sentía, cuando ella pasaba por su lado. ¿Cómo podría mostrarle lo que por ella sentía sin ser descubierto?... Necesitaba decírselo de alguna manera, aún arriesgándose al rechazo. Así que arropado por la soledad de otro día de trabajo aburrido, tomo una hoja de papel e intento ponerle palabras a ese sentimiento que terminaría por ahogarlo. No sabía bien lo que era, así que disfrazó el deseó que lo consumía con frases amorosas y antes de arrepentirse dejó la nota en un lugar donde sabía que ella lo descubriría….

Ahora tocaba esperar… Su corazón latía a mil de solo imaginarse lo que ella pudiera pensar al leer sus palabras. Así que con incertidumbre y miedo cerró la puerta, antes de tener tiempo para arrepentimiento y se fue a casa.


Otro lunes más de trabajo, otro fin de semana copia exacta del anterior… Las mismas caras, las mismas frases hechas escuchadas una y otra vez en boca del pesado de turno un sábado más. Creyentes de que por invitarte a una copa se creen con derecho a que se le rinda preitesía y vasallaje... La noche no es lo que era... Ya no se divertía, mas bien lo contrario. Terminaría odiando lo que antes le gustaba…


Hay que pasar pagina y arrancar motores. Cuanto antes se empiece, más rápido pasaran las horas para irme a la cama….
¿Qué es esto?... dijo cuando descubrió el sobre ¿Quién coño abrió mi correspondencia? Barboto enfadada. Era lunes y los lunes eran sagrados, así que las putaditas mejor a mitad de semana que era cuando una estaba más curtida… ¿Qué coño dice la loca esta?... Tres fueron las veces que necesito leer la primeras letras, para darse cuenta que no era una amiga la que la escribía… ¡¡¡Joooderrr!!! ¡¡¡Queeee fuerteeee!!! Una declaración de amor en toda regla…. ¿Y quién coño será?... ¡¡¡como sea otra broma pesada, le corto los cojones a quien sea!!! …. Me dice que le conteste…. ¡¡¡mmmmmmmm!!! . Tengo que saber quien es... Puso manos a la obra y empezó a teclear.
Así comenzó el juego de seducción. El escribía y ella contestaba. Intentaba sonssacarle alguna pista y poder así ponerle cara a su “admirador” secreto…. De repente se convirtió en una detective arriesgada, comparando letras, datos... ¡¡ Caramba… no tener un equipo del CSI, con lo del ADN y eso!!! Era como un juego… el juego del escondite, estimulante, frustrante y placentero a la vez.
Iban pasando los días y ya no esperaba con ansia los fines de semana como antaño. Serían dos días sin saber nada de él… Tenía que conocerle… debía conocerle, así que se arriesgo y en la última nota le dijo quien creía que era y espero su respuesta…


¡¡Era él!!! ¿Cómo se podía haber fijado en ella? Gorda, fea, sin una mirada de ensueño, ni labios que piden ser besados con solo mirarlos…. No cabía en sí de gozo, en fin…¡¡¡Era Feliz!!! Ese viernes quedaron en verse fuera del trabajo, así que intentando aparentar serenidad, llegó media hora antes de la cita para verlo llegar y poder componer “su máscara” y así no mostrar sus sentimientos verdaderos… Encendía un cigarrillo y después de dos caladas lo tiraba al suelo y lo trituraba con la punta de la plataforma. Rebuscaba en el bolso un chicle y se lo metía en la boca, intentando calmar los nervios. ¿Me dará plantón? ¿Me habré equivocado de lugar?... Pero no…. Cuando levantó la vista, le vio aparecer. Caminaba con la cabeza gacha y de manera pausada. Llevaba un cigarro prendido de los dedos y ni siquiera el cruce de su mirada con la de ella le motivo a ir más deprisa….
Hola.
Hola… (Ella tan dicharachera, no sabía que más decir).
¿Te apetece tomar algo?
Bueno…
¿Dónde quieres ir?
No se… donde tu digas… No conozco muchos sitios donde ir aquí…
Yo sé de una terraza que no está muy lejos. Vamos caminando y de paso nos conocemos un poco más
–dijo con una sonrisa y un brillo en la mirada…
Tomaron una callejuela sin mucha gente y sin apenas hablar (no por falta de ganas por parte de ella) llegaron a una terraza cerca de una plazuela y se sentaron uno al frente del otro. Cuando llegó el camarero, ella sintió que podía respirar, lo que significaba que había estado aguantando el aire desde que lo vio. Pidió una cerveza él y un refresco ella y con algo de timidez empezaron a conversar…

CONTINUARA

Chincha rabea… quédense con la intriga hasta que pueda seguir tecleando, porque convertir lo sórdido en hermoso lleva su tiempo.