sábado, 13 de agosto de 2011

Historias con Mari



Son las 12:50 de un jueves 4 de Agosto. Escribo (al menos lo intento), sentada en la Sala de Espera del H.D.D. Hematología (Hospital de Día de Hematología, seguro que hay uno de noche y yo sin enterarme ¿será donde van a buscar sus dosis los de Crepúsculo?)
Mari mi hermana sentada a mi izquierda cree que esto es llegar y besar el Santo, y le desespera la espera, valga la des redundancia. Nada mas plantar las posaderas en las sillas ergonómicas que terminas con el coxis igual de molió que una normal, le advierto que los números no son correlativos. Nos ha tocado el 27 y en la pantalla electrónica ya aparecen el 28, 32y 33.
En la sala de espera de esta área te puedes encontrar todo tipo de gente. Mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, delgados, gordos… de alto estanding y gente con pocos recursos o limitados, porque cuando la enfermedad ataca no hace distinciones.
Esta es la novena transfusión de hierro que se le administra y la ultima hasta la próxima analítica que será en el mes de Septiembre ¡vamos el mes próximo!, a ver si la anemia ferropenica se le mejora y deja de caerse por todos lados como si estuviera beoda. Hablando de caídas, la ultima protagonizada por mi querida hermana mayor, fue la pasada noche de viernes 22 de Julio, se cayó de la cama al suelo en pleno ejercicio onírico. Tiene la mala costumbre de dormir en el filo de la cama y cuando hablo de filo, hablo de tener a veces parte del cuerpo fuera de ella. Durante un profundo sueño, se fue a dar la vuelta y se equivoco de dirección, terminando encajada en un hueco que hay entre el armario y la cama.



No me levante para auxiliarla y aunque muchos crean que soy una hermana descastada, puedo alegar en mi defensa que me había tomado un ansiolítico y estaba en plena fase Rem y mientras se escuchaban los ecos de la “Orquesta Malibú”, ya que eran las fiestas del barrio, escuché mezclado con la música un golpe seco que hizo pegar un brinco a la Xiqui. Mi subconsciente lo registro y la mente adormecida se dijo para sí misma “Mari se cayó”, pero seguí buceando en el sueño que tanto me cuesta conciliar…
Al día siguiente le pregunte entre bromas y veras si se había caído y me respondió que sí, enseñándome las heridas de guerra. Un gran raspón por debajo del codo y un pequeño chichón en la cabeza con apenas hinchazón…
Bueno, nos han llamado ya y apenas han pasado veinte minutos, para Mari una eternidad. Ahora la espera se produce dentro de la sala de transfusiones. En primera línea una transfusión sanguínea, con lo mala que me pongo viendo sangre, incluso la mía…
Hoy le ha tocado una compañera de tratamiento, así que toca compartir televisión, se perderá Mujeres y Hombres y los chillones de De Buena Ley… Ha optado por la primera, por lo que me toca tragarme las noticias de la TV1 mayoritariamente malas. Para más inri y cachondeito, una llamada de un familiar me comunica que una prima se encuentra en la UVI del hospital, como si yo pudiera enterarme de nada estando donde estoy, así que termino peor de lo que estaba…




Dos horas y algo tarda el tratamiento de efectuarse, y a mi no me queda otra que esperar, viendo como el líquido parecido a la Coca Cola, gotea hasta llegar al cuerpo de mi hermana vía reservorio….
Esta es mi vida y así la cuento. Meras anécdotas que me gusta compartir para que vea que no siempre estar en paro significa estar parada…