domingo, 24 de julio de 2011

Nostalgia: Olores y musica...



Me ocurre más a menudo, sobre todo al escuchar música de los 80. Mi mente como siempre he dicho, inquieta, me transporta a otra época, donde mi vida giraba en torno a la ropa, el amor, las amigas y por último, aunque no suene demasiado bien… los estudios.
No echo de menos con dolor aquellos años, pero si aparecen por milésimas de segundos reminiscencias nostálgicas de aquellos momentos tan gratos…
En todas las radios que tengo diseminadas por la casa (me falta en el baño), tengo puesta la dial en M-80. Mas que cansada, harta de escuchar las mismas quejas, noticias, malas informaciones que hacen que la gente deambule por el mundo mucho mas crispada de lo normal, es como estar en una isla idílica y paradisiaca, donde esa música a la vez que alegra mi corazón y trae imágenes casi olvidadas que me hace recordar sabores, olores y sentimientos. Las voces y música de Pet Shop Boys, The Communards, O.M.D (Maniobras Orquestales en la Oscuridad), Spandau Ballet, Duran Duran… Madonna, me acompañan mientras pelo papas, pico cebolla o remuevo el arroz para que no se queme. Mientras, en mi mente surgen imágenes de mi misma. Una Begoña con menos años, menos arrugas y “mas problemas” y el loock que muchas intentábamos imitar, con más o menos recursos. Mi cabello rizado era si cabe más rebelde que yo y se negaba a ser “cardado” y ponerse de punta, como así lo dictaban los cánones de la moda en aquellos años, en una posición para él antinatural…. Laminas de cola de caballo que comprábamos en la farmacia por un par de duros, se convertían en el fijador natural, así como el limón y la cerveza. Cualquier truco que no significase sacrificar la exigua paga de la semana era bien venido.
Hoy donde el internet es primicia, no tendría cabida la minuscula paga semanal de 200 pesetas que mama nos daba a Raquel y a mí, cuando las entradas monetarias eran escasas y había muchas bocas que alimentar. La cantidad justa para pagar los cuatro viajes en guagua necesarios, que nos llevaba desde el barrio a Santa Cruz y desde allí tomar una guagua perrera (mas antigua que yo misma) hasta San Andrés donde nos metíamos en un garito, en el que por muy poco dinero pasábamos la tarde escuchando a nuestros ídolos e intentando poner “muescas” a nuestro corazón.
Aprendí a cocer en una rudimentaria maquina que debía tener mi misma edad, a fuerza de pedales. La única manera que por muy poco dinero (o por ninguno), poder crearme un vestuario acorde con los tiempos… ¡¡¡Bendita Madonna!! La hubiera canonizado si hubiese podido, que puso de moda la ropa de rotos y poco hilo. Aprovechaba cada retal que había en casa o que podía conseguir en El Kilo, por unos pocos duros y me hacia intrincados diseños parcheados con blonda negra y saten. Las telas de tubo, que solo necesitaban de una pretina donde meter una banda elástica que se adaptase a la cintura, cadenas doradas (que no de oro) y medias y guantes de rejillas ponían el toque final a mi transformación, en un coctel entre Gótica y Punki... ¡¡aaahhh que felices que eramos!! Incluso con nuestros dramas personales… que no pasaban de los amores no correspondidos o el matrimonio de nuestro ídolo juvenil…
Muchos hemos oído a la gente decir que cambiarían su pasado si pudiesen hacerlo. Supongo que sus motivos serán tan graves como para eliminar de sus vidas algunos recuerdos. En cambio yo, me quedaría con cada uno de ellos, los buenos y los malos. No quitaría ni las veces que me sentí despreciada por alguien, ni las veces que me sentí miserable porque no correspondían a mis sentimientos como yo hubiese querido, porque todo ello ha sido el fuego y el agua con los que se ha ido forjando la persona que soy hoy…
Hemos pasado de un tiempo donde con sus desdichas éramos relativamente felices, a una época que teniendo casi de todo nos sentimos pobres de espíritu, donde o se mata a golpes o se le quita la custodia a una madre por darle un bofetón o una nalgada a un crio, la que escribe sintió más de una vez el quemazón de la goma de la chola de mama en el culo (o donde me pillase porque yo era muy rápida esquivando) y creo que no tengo ningún trauma psicológico. Otros golpes no fisicos y sin manos, dejaron huella más profunda en mi persona, como minúsculas cicatrices que no duelen pero que son un recordatorio escrito en braile, de que paso.
Me gusta mi pasado, me gusta recordar el olor del Musk y del Malibu con Schweppes de limón, de mi primer Malboro, de mi primero beso con lengua… pero sobre todo me gusta sentir nostalgia de esa que te arranca una sonrisa del rostro y no una lagrima…
Que tengan un buen día y una semana fructífera…